Mensaje del Arzobispo de Córdoba para la próxima Cuaresma

El próximo 5 de marzo, miércoles de ceniza, dará comienzo la Cuaresma. Se trata de un tiempo que nos prepara para la celebración del misterio pascual de Jesús, su muerte y resurrección. La Palabra de Dios nos dice que es “un momento favorable” en el que Dios nos escucha especialmente y que es “un día de salvación” en el que el Señor nos socorre (cf. 2ª. lectura de la Misa del miércoles de ceniza). ¡Animémonos a aprovechar este “momento favorable”, este “día de salvación”!

En nuestra Arquidiócesis queremos vivir y trabajar este año inspirados por el lema pastoral que nos propone “mirarnos como hermanos”. El Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de la Paz de este año proyecta su luz sobre este propósito nuestro. En efecto, nos dice el Papa Francisco: “...la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera”.

El Papa Francisco nos recuerda también el papel importantísimo que desempeña la familia en el aprendizaje y en la experiencia de la fraternidad: “... es necesario recordar que normalmente la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia, sobre todo gracias a las responsabilidades complementarias de cada uno de sus miembros, en particular del padre y de la madre. La familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso es también el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor”.

Esta enseñanza del Santo Padre nos marca un desafío para nuestra Argentina surcada por tantos desencuentros y enfrentamientos y para nuestra Córdoba, que a fines del año pasado vivió momentos dolorosos de ruptura de la amistad social y de la fraternidad.

En nuestra oración, que debemos intensificar en los días de cuaresma, tenemos que pedir confiadamente la gracia para estar a la altura del desafío de construir y reconstruir los vínculos fraternales en nuestra sociedad a partir de lo que intentamos vivir cada día en nuestras familias.

Por otra parte, en su Mensaje para la Cuaresma, el Papa Francisco nos propone mirar a Jesús que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Desde la contemplación del ejemplo del Señor estamos invitados a vivir en la sobriedad, más aún, en una exigente austeridad que nos devuelva la libertad interior frente a los insistentes reclamos de una mentalidad consumista y materialista y que abra nuestros corazones a la solidaridad. En realidad, el Santo Padre nos está invitando a poner por obra las otras dos actitudes que caracterizan la Cuaresma junto a la oración, es decir, el ayuno y la limosna. El ayuno entendido como sobriedad que sabe dejar de lado lo superfluo, como austeridad que sabe a veces privarse incluso de lo necesario. Sobriedad y austeridad entendidas no sólo como un esfuerzo de autodominio, sino ante todo como respuesta a la invitación a seguir a Jesús, y también como estímulo para la solidaridad. Ése es el sentido más hondo de la limosna, que no es una dádiva humillante, sino un generoso y fraternal compartir los bienes.

Dos textos del Papa Francisco pueden todavía iluminarnos. Dice en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: “... hay una forma más de promover la fraternidad... Es el desprendimiento de quien elige vivir estilos de vida sobrios y esenciales, de quien compartiendo las propias riquezas, consigue así experimentar la comunión fraterna con los otros”. Y en el Mensaje para la Cuaresma nos recuerda: “La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele; no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”.

Deseándoles para esta Cuaresma un encuentro hondo con el Señor que “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” y que nos renueva y enriquece con la gracia de la fraternidad, los saludo muy cordialmente encomendándolos en mi oración y pidiéndoles que me acompañen con la suya.

Córdoba, 26 de febrero de 2014

+ Carlos José Ñáñez
Arzobispo de Córdoba

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2014

Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)

Queridos hermanos y hermanas:

Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?.

La gracia de Cristo

Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).

La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).

¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).

Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.

Nuestro testimonio

Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.

A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.

No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.

El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.

Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.

Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.

Vaticano, 26 de diciembre de 2013
Fiesta de San Esteban, diácono y protomártir

FRANCISCO

Agenda 23 de Febrero al 1 de Marzo

DOMINGO 23 DE FEBRERO

Domingo 7 del Tiempo Ordinario
11 hs: Santa Misa.
20 hs: Santa Misa.

LUNES 24 DE FEBRERO

19:30 a 21:30 hs: Narcóticos Anónimos.

MARTES 25 DE FEBRERO

19:30 hs: Alcohólicos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

MIÉRCOLES 26 DE FEBRERO

19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

JUEVES 27 DE FEBRERO

19:30 hs: Alcohólicos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

VIERNES 28 DE FEBRERO

19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

SÁBADO 1 DE MARZO

18:30 hs: Bautismos.
19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.
A partir del lunes 24 de febrero, en horario de 18 a 20 horas, comienzan las inscripciones para Catequesis para Niños. Informes en secretaría parroquial.

Evangelio del Domingo 7 del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.
»Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial». (Mt 5, 38-48)

Asumió el nuevo párroco Pbro. Juan Daniel Martínez

Tal como estaba previsto, este domingo 16 se realizó la solemne Misa en la que asumió como párroco el Presbítero Juan Daniel Martínez.
La celebración estuvo presidida por el Arzobispo de Córdoba, Monseñor Carlos José Ñáñez, estando presentes también el Obispo Auxiliar de Córdoba, Monseñor Pedro Javier Torres y el Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje, Monseñor Santiago Olivera.

Acompañaron también varios sacerdotes de parroquias vecinas, diáconos, seminaristas, religiosas de distintas congregaciones y una inmensa cantidad de fieles que ocuparon hasta el último lugar disponible en el templo, dándole un hermoso marco a la ceremonia en la que el P. Juan Daniel Martínez quedó oficialmente consagrado como nuestro nuevo párroco. También estaba presente la mamá del nuevo párroco, su hermana y otros familiares.
Durante la Misa se leyó el decreto de designación y luego el Padre Juan formuló su profesión de fe y recibió de manos de Monseñor Ñáñez el Evangelio y los óleos que habrá de utilizar durante su ministerio.
Finalizada la celebración se realizó un brindis en el salón parroquial donde todos confraternizamos en un clima de gran cordialidad.
Elevemos  como comunidad orante, una plegaria pidiendo a la Virgen del Valle que acompañe al Padre Juan en su tarea, a la vez que todos comprometemos nuestro apoyo en las distintas áreas de actividades de la Parroquia.

Agenda 16 al 22 de Febrero

DOMINGO 16 DE FEBRERO

Domingo 6 del Tiempo Ordinario
11 hs: Santa Misa.
20 hs: Santa Misa. Asume el P. Juan Martínez como párroco.

LUNES 17 DE FEBRERO

19:30 a 21:30 hs: Narcóticos Anónimos.

MARTES 18 DE FEBRERO

19:30 hs: Alcohólicos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

MIÉRCOLES 19 DE FEBRERO

19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

JUEVES 20 DE FEBRERO

19:30 hs: Alcohólicos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

VIERNES 21 DE FEBRERO

19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

SÁBADO 22 DE FEBRERO

17:30 hs: Catequesis Pre Bautismal.
19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

Evangelio del Domingo 6 del Tiempo Ordinario

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
»Habéis oído que se dijo a los antepasados: 'No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal'. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
»Habéis oído que se dijo: 'No cometerás adulterio'. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna. También se dijo: 'El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio'. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.
»Habéis oído también que se dijo a los antepasados: 'No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos'. Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno». (Mt 5,17-37)

Asume el nuevo Párroco

Informamos a la comunidad parroquial que el domingo 16 de Febrero, en la Misa de las 20 horas, se producirá el cambio de párroco, asumiendo esa tarea el Padre Juan Daniel Martínez en reemplazo del Padre Pedro Javier Torres, a quien el Papa Francisco ha nombrado recientemente Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Córdoba.

Esa noche celebrará la Eucaristía el Sr. Arzobispo de Córdoba, Monseñor Carlos José Ñáñez y concelebrarán con él  Mons. Pedro Torres y el Padre Juan Martínez.

Es bueno que desde ahora elevemos nuestras oraciones a Dios y a Nuestra Señora del Valle, para que acompañen e iluminen el camino de Pedro y Juan en esta nueva etapa de sus vidas sacerdotales.

Al finalizar la Santa Misa, se hará un brindis “a la canasta” (se ruega traer bebidas, empanadas o pizza o sandwichs) en el salón parroquial, para saludar al Padre Pedro, dar la bienvenida al Padre Juan y agradecer la presencia de Monseñor Ñáñez.

Están todos fraternalmente invitados.

Festividad de la Virgen de Lourdes

El 11 de Febrero celebramos la Festividad de la Virgen de Lourdes, en el Santuario Nuestra Señora de Lourdes de Alta Gracia, Córdoba, Argentina.

La Arquidiócesis de Córdoba invita a celebrar esta fiesta mariana tan querida y arraigada en nuestro Pueblo, acompañando como cada año a nuestros hermanos Carmelitas Descalzos, quienes luego de años de generosa entrega, tienen a su cargo la 38º Peregrinación a Santuario de la Virgen de Lourdes.

La salida para los peregrinos será el lunes 10 de Febrero a las 21 horas desde la Plaza de las Américas (altura Av. Vélez Sársfield 1500); y la llegada está prevista a las 6 de la mañana del martes 11 de Febrero.

- Día de la Fiesta en el Santuario de Alta Gracia
5.30 hs. Rezo del Rosario de la Aurora
6.00 hs. Eucaristía, misa de los Peregrinos
9.00 hs. Eucaristía de las Comunidades y Movimientos
11.00 hs. Eucaristía por las Familias
18.00 hs. Misa solemne presidida por Mons. Carlos Ñáñez
19.00 hs. Procesión con la imagen de Nuestra Señora de Lourdes.

- Día de la Fiesta en nuestra Parroquia
En nuestra Parroquia, rezaremos el Santo Rosario a partir de las 19:30 horas, y el Padre Juan Daniel Martinez, nuestro nuevo párroco, celebrará la Santa Misa a las 20 horas.

Agenda 9 al 15 de Febrero

DOMINGO 9 DE FEBRERO

Domingo 5 del Tiempo Ordinario
11 hs: Santa Misa.
20 hs: Santa Misa.

LUNES 10 DE FEBRERO

19:30 a 21:30 hs: Narcóticos Anónimos.

MARTES 11 DE FEBRERO

19:30 hs: Alcohólicos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

MIÉRCOLES 12 DE FEBRERO

19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

JUEVES 13 DE FEBRERO

19:30 hs: Alcohólicos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

VIERNES 14 DE FEBRERO

19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.
21:15: Casamiento.

SÁBADO 15 DE FEBRERO

18:30 hs: Bautismos.
19:30 hs: Narcóticos Anónimos.
20 hs: Santa Misa.

RECORDATORIO
En la Misa de 20 horas del domingo 16 de Febrero, que será presidida por el Arzobispo de Córdoba Mons. Carlos Ñáñez, y con la presencia del Obispo Auxiliar Mons. Pedro Torres, será puesto en funciones el nuevo párroco P. Juan Daniel Martínez. Al finalizar la Misa se realizará un brindis en el salón parroquial "a la canasta" al cual todos están invitados.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos». (Mt 5,13-16)

Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial del Enfermo 2014

La Iglesia reconoce en los enfermos “una presencia especial de Cristo sufriente”. Lo dice el Papa Francisco en su mensaje para la XXII Jornada Mundial del Enfermo, prevista el 11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, sobre el tema: “La fe y la caridad: también nosotros debemos dar la vida por los hermanos”.

Es un mensaje que contiene dentro de sí la esperanza “porque en el plan de amor de Dios, incluso en la noche del dolor se abre la luz de la Pascua “, y de coraje “para hacer frente a cualquier adversidad en su compañía, unidos a él”.

El Papa Francisco recuerda que Jesús tomó sobre sí la enfermedad y el sufrimiento, transformándolos a la luz de “una vida nueva en plenitud” que cambia las experiencias negativas en positivas. Así, pues, siguiendo el camino de Cristo, que se entregó por amor, también nosotros “podemos amar a los demás como Dios nos ha amado, dando la vida por nuestros hermanos”.

“La fe en Dios bueno – escribe el Papa – se convierte en la bondad, la fe en Cristo crucificado se convierte en fuerza de amar hasta el final e incluso a nuestros enemigos.

Acercándonos con ternura “a aquellos que están necesitados de atención -continúa el Papa- llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en las contradicciones del mundo”. Una generosa entrega a los demás que se convierte en el estilo de nuestras acciones. Y María es el modelo cristiano “para crecer en la ternura, en la caridad respetuosa y delicada”. “La Santísima Virgen, madre de los enfermos y de los que sufren, permanece “al lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la resurrección y la vida plena. “

“La Cruz “es la certeza del amor fiel de Dios por nosotros”, que “nos invita a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña a mirar siempre a los demás con misericordia y amor, especialmente los que sufren, los que necesitan ayuda”. Por último, el Papa Francisco exhorta a vivir esta Jornada Mundial de los Enfermos “en comunión con Jesucristo” apoyando a los que cuidan de los enfermos y los que sufren.

Fiesta de la Presentación del Señor

Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor» y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él.
Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él. (Lc 2,22-40)