Queridos hermanos y hermanas del santo pueblo de Dios:
1. Apenas comenzado el Año de la Fe, Dios regala a su
Iglesia la beatificación de la Hna. María Crescencia Pérez, religiosa argentina
de la Congregación Hijas de María Santísima del Huerto. La Hna. María
Crescencia nació en San Martín (Provincia de Buenos Aires) el 17 de agosto de
1897 y murió el 20 de mayo de 1932 en Vallenar (Chile). En su familia,
profundamente cristiana, aprendió a vivir con plena apertura a la voluntad de
Dios y al servicio de los hermanos, en particular a los más débiles y sufrientes.
Su vida como religiosa estuvo marcada por la sencillez, la oración y el cuidado
de los pobres y los enfermos, manifestando que el Evangelio es capaz de dar
plenitud y alegría a quienes viven según sus valores. Su vida de oración la
llevó a una honda experiencia de Dios y a una profunda sintonía espiritual con
los hermanos probados por el dolor. La devoción mariana y el deseo de dar a
conocer a Jesucristo a sus hermanos marcaron su itinerario espiritual y
apostólico.
2. La beatificación es una gracia singular para la
Iglesia en Argentina y para las religiosas de la Congregación Hijas de María
Santísima del Huerto. La Iglesia nos propone con este acontecimiento un modelo
de vida, que muestra la belleza del Evangelio cuando es vivido con radicalidad,
coherencia y hondura.
3. Aludiendo al pasaje evangélico en el que Jesús es
ungido por María de Betania (Jn 12, 1-8), el Beato Juan Pablo II reflexionaba: “…A quien se le concede el don inestimable
de seguir más de cerca al Señor Jesús, resulta obvio que Él puede y debe ser
amado con corazón indiviso, que se puede
entregar a Él toda la vida, y no sólo algunos gestos, momentos o ciertas
actividades. El ungüento precioso derramado como puro acto de amor, más allá de
cualquier consideración utilitarista, es signo de una sobreabundancia de
gratuidad, tal como se manifiesta en una vida gastada en amar y servir al
Señor, para dedicarse a su persona y a su Cuerpo místico…” La Hna. María Crescencia nos muestra que
Dios puede y debe ser amado por encima de todo; que Jesucristo es el Único
necesario, el Tesoro por quien vale la pena vender todo; el Esposo, a quien
entregarse con amor indiviso; el Señor, a quien se sigue hasta el extremo. Una
vida así entendida y vivida se hace misteriosamente fecunda, testimonio y
profecía de la Vida plena; servicio y compromiso en favor de la Vida,
especialmente allí donde clama porque está más amenazada.
4. Los obispos argentinos queremos expresar nuestra
alegría y gratitud por el don de la vida consagrada de la Hna. María
Crescencia, que reconocemos como una gracia singular para la Iglesia en nuestra
Patria. Y queremos valorar y agradecer el testimonio y la entrega de tantas
mujeres que desde el silencio de los claustros o en los más variados servicios
apostólicos siguen manifestando la sobreabundancia de la gratuidad en sus
vidas.
5. Confiamos que el ejemplo y la intercesión de la Hna.
María Crescencia será ocasión providencial para la constante renovación de la
vida de las religiosas en nuestra Patria, que encontrarán en ella un modelo y
estímulo en el camino del seguimiento del Señor. Así mismo abrigamos la
esperanza –y así lo pedimos a Dios- que esta beatificación suscite una más
incisiva pastoral vocacional que ayude a las jóvenes de nuestras diócesis a
reconocer la llamada del Maestro y a responderle con generosa disponibilidad.
6. A todos los fieles los invitamos a reconocer en esta
beatificación una nueva llamada de Dios para responder a la común vocación a la
santidad que todos recibimos en el bautismo, según la rica y vigente enseñanza
del Concilio Vaticano II. Los santos son quienes, mejor que nadie, han plasmado
el estilo pastoral que reclama la nueva evangelización y que se caracteriza por
la alegría, el entusiasmo y la cercanía. A ellos volvemos nuestra mirada para
animarnos en la misión y a su intercesión confiamos nuestros proyectos
pastorales.
Los Obispos de Argentina
Pilar, noviembre de 2012
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