“Gaudete et
exsultate, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual” es la tercera
exhortación apostólica del Papa Francisco –después de Evangelii gaudium y de
Amoris laetitia– y de su Pontificado, que acaba de cumplir 5 años.
En la
introducción, el Papa explica que “el Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la
verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados”. “Él nos quiere
santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada,
licuada. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de
diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a
Abraham: 'Camina en mi presencia y sé perfecto’”.
Francisco
explica que con el nuevo documento no es “un tratado sobre la santidad, con
tantas definiciones y distinciones que podrían enriquecer este importante tema,
o con análisis que podrían hacerse acerca de los medios de santificación”.
“Mi humilde
objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando
encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades.
Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió ‘para que fuésemos santos e
irreprochables ante él por el amor’”, añade.
La Exhortación
se divide en 5 capítulos: El llamado a la santidad; Dos sutiles enemigos de la
santidad; A la luz del maestro; Algunas notas de la santidad en el mundo
actual; Combate, vigilancia y discernimiento, todos ellos repartidos en 177
puntos.
Se trata además
el primer documento de este tipo que está dirigido en primera persona al
lector. El Papa incluso pregunta si “¿eres consagrada o consagrado? Sé santo
viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de
tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un
trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al
servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con
paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando
por el bien común y renunciando a tus intereses personales”.
Santos "de la puerta de al lado"
“En la Iglesia,
santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer
hacia la santidad”, añade después de estas preguntas.
Francisco pide
pensar en “los santos de la puerta de al lado”, es decir, no solo en los “ya
beatificados o canonizados”. “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios
paciente: en esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de
la Iglesia militante. La santidad ‘de la puerta de al lado’; ‘la clase media de
la santidad’”.
El Pontífice
destaca que “cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y
encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio”.
En este
ejercicio de la santidad, “no es sano amar el silencio y rehuir el encuentro
con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y
menospreciar el servicio”, por lo que la relación con el prójimo es
fundamental.
Agnosticismo y pelagianismo
El Pontífice
también anima a no tener miedo a la santidad, puesto que “no te quitará
fuerzas, vida o alegría” sino “todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que
el Padre pensó cuando te creó”.
En el capítulo
llamado “Dos sutiles enemigos de la santidad”, el Santo Padre asegura que uno
de ellos es el “agnosticismo actual” que posee “una superficialidad vanidosa:
mucho movimiento en la superficie de la mente, pero no se mueve ni se conmueve
la profundidad del pensamiento”.
“Aun cuando la
existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por
los vicios o las adicciones, Dios está en su vida”, recuerda el Papa.
El segundo
enemigo es el “pelagianismo actual” que defiende que “todo se puede con la
voluntad humana”. “La Iglesia enseñó reiteradas veces que no somos justificados
por nuestras obras o por nuestros esfuerzos, sino por la gracia del Señor que
toma la iniciativa”, escribe Francisco para recordar a continuación que el
mandamiento principal es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Bienaventuranzas
"¿Cómo se
hace para llegar a ser un buen cristiano?", se pregunta el Pontífice. “La
respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice
Jesús en el Sermón de las Bienaventuranzas”, responde.
En la
Exhortación, lamenta “que a veces las ideologías nos lleven a dos errores
nocivos”. “Por una parte –critica el Papa– el de los cristianos que separan
estas exigencias del Evangelio de su relación personal con el Señor, de la
unión interior con él, de la gracia”.
Pero también
considera “nocivo e ideológico” que algunos sospechen “del compromiso social de
los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista,
comunista, populista”.
Las obras de misericordia y la defensa de la vida
“La defensa del
inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada.
Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se
debaten en la miseria”.
Asimismo,
Francisco recuerda la situación que viven los inmigrantes que dejan su país en
busca de un futuro mejor, y afirma que “no se trata de un invento de un Papa o
de un delirio pasajero”.
Francisco asegura
también que “quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien
realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está
llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de
misericordia”.
Es aquí donde
critica el “consumismo hedonista” y cree que “puede jugarnos una mala pasada”.
“También el consumo de información superficial y las formas de comunicación
rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento que se lleva todo nuestro
tiempo y nos aleja de la carne sufriente de los hermanos”, afirma.
Francisco cree
que “la fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas
y el protocolo del juicio final” y por eso recomienda “vivamente releer con
frecuencia estos grandes textos bíblicos, recordarlos, orar con ellos, intentar
hacerlos carne. Nos harán bien, nos harán genuinamente felices”, dice.
Manifestaciones de amor
En “Algunas
notas de la santidad en el mundo actual”, el Papa no recuerda los medios de
santificación que ya se conocen, sino que se refiere a algunos aspectos de la
santidad que de algún modo son especiales.
A su parecer,
son 5 las “grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo” de gran
importancia “debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy”.
Una sociedad
contemporánea en la que se manifiestan “la ansiedad nerviosa y violenta que nos
dispersa y nos debilita; la negatividad y la tristeza; la acedia cómoda,
consumista y egoísta; el individualismo, y tantas formas de falsa
espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso
actual.”.
Las
manifestaciones son: aguante, paciencia y mansedumbre; alegría y sentido del
humor; audacia y fervor; en comunidad; en oración constante.
Un combate permanente
La Exhortación
termina con un capítulo dedicado al combate, la vigilancia y al discernimiento.
Sobre lo primero, Francisco subraya que “la vida cristiana es un combate
permanente”. “Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del
diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite
celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida”.
El Papa asegura
que “es también una lucha constante contra el diablo” y pide no pensar que se
trata de “un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea”
porque “ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más
expuestos”.
“Él no necesita
poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los
vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir
nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades”, escribe refiriéndose
al diablo.
El camino a la
santidad también “es también una lucha constante” y “quien no quiera
reconocerlo se verá expuesto al fracaso o a la mediocridad”.
“Para el
combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa
en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa,
la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad,
la vida comunitaria, el empeño misionero”.
La importancia del discernimiento
“¿Cómo saber si
algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en
el espíritu del diablo?”, pregunta el Pontífice, “La única forma es el
discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un
sentido común, es también un don que hay que pedir”, explica.
A este respecto
alude a que “todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un
zapping constante” y “sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos
fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento”.
“No es posible
prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese
lenguaje, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creímos
recibir”, añade en este punto.
Por último, el
Papa Francisco desea que “María corone estas reflexiones, porque ella vivió
como nadie las bienaventuranzas de Jesús” y recuerda que “es la santa entre los
santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos
acompaña”.
“Espero que
estas páginas sean útiles para que toda la Iglesia se dedique a promover el
deseo de la santidad. Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un
intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémonos unos a
otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos
podrá quitar”, concluye Francisco.
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