Cuando uno se acerca a un niño que no conoce, se da cuenta que es mucho más fácil acceder a él, a través de su mamá. Cualquier gesto que queramos hacerle, si primero se lo hacemos a la mamá, él entenderá que también puede recibirlo, como lo hizo mamá.
Cuando nos disponemos a entrar en diálogo con Dios, es bueno hacerlo de manos de la Virgen, y ver en ella lo que él quiere hacer en nosotros. Ver cómo María se deja hablar, invitar, bendecir, habitar por el amor con quien dialoga. Ver cómo escucha, cómo celebra, cómo calla, cómo pregunta.
Una vez que el verla a ella, nos ayudó a confiar en la palabra y la mano de Dios que quieren tocar nuestra vida, dejamos que así sea.
María como buena mamá, sabrá despejar los miedos que la proximidad de Dios, a veces nos trae.
Javier Albisu sj
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