En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «Estad
atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento. Al igual que un
hombre que se ausenta deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno
su trabajo, y ordena al portero que vele; velad, por tanto, ya que no sabéis
cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar
del gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y os encuentre
dormidos. Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!». (Mc 13,33-37)
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