En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se
turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi
Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos
un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré
conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis
el camino».
Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo
podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la
Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a
mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto».
Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces
Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos
al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las
palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí
es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en
mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el que crea
en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy
al Padre». (Jn
14,1-12)
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