BUENOS AIRES, 17 de abril de 2013 (Zenit.org) El papa Francisco en una misiva enviada a los obispos que
participan de la 105 Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina,
les pidió que toda la pastoral sea “en clave misionera”, y en el marco del
documento de Aparecida.
La Plenaria, que se realiza en una casa de retiro en la
ciudad de Pilar, a pocos kilómetros de Buenos Aires, denunció que “la
enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial” como “una
especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual” a un
“clericalismo de mercado” y que impide “la dulce y confortadora alegría de
evangelizar”.
Y concluyó indicando que “la Virgen nos enseñará el
camino de la humildad y ese trabajo silencioso y valiente que lleva adelante el
celo apostólico”. Y pidió que recen por él, “para que no me la crea y sepa
escuchar lo que Dios quiere y no lo que yo quiero”.
Texto de la carta
Queridos Hermanos: Van estas líneas de saludo y también
para excusarme por no poder asistir debido a “compromisos asumidos hace poco”
(¿Suena bien?) Estoy espiritualmente junto a ustedes y pido al Señor que los
acompañe mucho en estos días.
Les expreso un deseo: Me gustaría que los trabajos de la
Asamblea tengan como marco referencial al Documento de Aparecida y “Navega mar
adentro”. Allí están las orientaciones que necesitamos para este momento de la
historia. Sobre todo les pido que tengan una especial preocupación por crecer
en la misión continental en sus dos aspectos: misión programática y misión
paradigmática. Que toda la pastoral sea en clave misionera.
Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se
enferma en la atmósfera viciada de su encierro. Es verdad también que a una
Iglesia que sale le puede pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle:
tener un accidente. Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que
prefiero mil veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La
enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí
misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio. Es una
especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al
clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar “la dulce y
confortadora alegría de evangelizar”.
Les deseo a todos ustedes esta alegría, que tantas veces
va unida a la Cruz, pero que nos salva del resentimiento, de la tristeza y de
la soltería clerical. Esta alegría nos ayuda a ser cada día más fecundos,
gastándonos y deshilachándonos en el servicio al santo pueblo fiel de Dios;
esta alegría crecerá más y más en la medida en que tomemos en serio la
conversión pastoral que nos pide la Iglesia.
Gracias por todo lo que hacen y por todo lo que van a
hacer. Que el Señor nos libre de maquillar nuestro episcopado con los oropeles
de la mundanidad, del dinero y del “clericalismo de mercado”. La Virgen nos
enseñará el camino de la humildad y ese trabajo silencioso y valiente que lleva
adelante el celo apostólico.
Les pido, por favor, que recen por mí, para que no me la
crea y sepa escuchar lo que Dios quiere y no lo que yo quiero. Rezo por
ustedes.
Un abrazo de hermano y un especial saludo al pueblo fiel
de Dios que tienen a su cuidado. Les deseo un santo y feliz tiempo pascual.
Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
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