Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es
glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él. Si Dios es glorificado
en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
»Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy
un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal
por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros».
(Jn 13,31-33a.34-35)
Comentario
Hoy, Jesús nos invita a amarnos los unos a los otros.
También en este mundo complejo que nos toca vivir, complejo en el bien y en el
mal que se mezcla y amalgama. Frecuentemente tenemos la tentación de mirarlo
como una fatalidad, una mala noticia y, en cambio, los cristianos somos los
encargados de aportar, en un mundo violento e injusto, la Buena Nueva de
Jesucristo.
En efecto, Jesús nos dice que «os améis unos a otros como
yo os he amado» (Jn 13,34). Y una buena manera de amarnos, un modo de poner en
práctica la Palabra de Dios es anunciar, a toda hora, en todo lugar, la Buena
Nueva, el Evangelio que no es otro que Jesucristo mismo.
«Llevamos este tesoro en recipientes de barro» (2Cor
4,7). ¿Cuál es este tesoro? El de la Palabra, el de Dios mismo, y nosotros
somos los recipientes de barro. Pero este tesoro es una preciosidad que no
podemos guardar para nosotros mismos, sino que lo hemos de difundir: «Id, pues,
y haced discípulos a todas las gentes (...) enseñándoles a guardar todo lo que
yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el
fin del mundo» (Mt 28,19-20). De hecho, Juan Pablo II escribió: «quien ha
encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe
anunciarlo».
Con esta confianza, anunciamos el Evangelio; hagámoslo
con todos los medios disponibles y en todos los lugares posibles: de palabra,
de obra y de pensamiento, por el periódico, por Internet, en el trabajo y con
los amigos... «Que vuestro buen trato sea conocido de todos los hombres. El
Señor está cerca» (Flp 4,5).
Por tanto, y como nos recalca el Papa Juan Pablo, hay que
utilizar las nuevas tecnologías, sin miramientos, sin vergüenzas, para dar a
conocer las Buenas Nuevas de la Iglesia hoy, sin olvidar que sólo siendo gente
de buen trato, sólo cambiando nuestro corazón, conseguiremos que también cambie
nuestro mundo.
Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala (Sant Hipòlit de
Voltregà, Barcelona, España)
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