Vía Crucis (del Arzobispado de Córdoba)


La Iglesia vive en estos días La Cuaresma. Tiempo que va desde el Miércoles de Ceniza hasta la Semana Santa. Durante estos cuarenta días, estamos invitados a actualizar la gracia de nuestro bautismo, a desprendernos de todas aquellas actitudes y fragilidades que se nos han adherido por el camino y que no están en sintonía con el evangelio de Jesús, y de este modo, renovar nuestro sí entusiasta a Jesús, un sí deseoso de coherencia y fidelidad.

Invitados por nuestro Obispo, Carlos José, en su Carta Pastoral,  recorreremos este año pastoral, en el marco que nos ofrece el Año de la Fe propuesto por el Santo Padre y la memoria gozosa del cincuentenario de la Apertura del Concilio Vaticano II, para “contemplar” con gratitud creyente la pascua de Dios, su “paso” salvífico por nuestra Iglesia que peregrina en Córdoba. Reflexionaremos juntos en torno al precioso diálogo de Jesús con la mujer samaritana (Jn 4,3-42). Este año, volveremos una y otra vez a aquel “Pozo de Jacob” para re-encantarnos en el Espíritu, simbolizado en el agua vivificante y relanzar nuestro camino pastoral.

Lejos de una actitud pasiva, “contemplar” implicará mirar con el corazón nuestra vida, dejarnos fascinar por el Señor. Contemplar será dejarnos santificar por el Espíritu de Dios, que hace nuevas todas las cosas, para  llevarnos más allá de nosotros mismos y de nuestros intereses hacia el encuentro con  los demás.

En la Oración del Vía Crucis, recordamos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Vamos a rezar todos unidos, en familia, en comunidad, despojados, sin condiciones, sin protocolos ni maquillajes, y encontrarnos allí donde nos espera el Señor, para escuchar la palabra que tiene para cada uno de nosotros.

Él nos dice "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, y que cargue con su cruz  cada día  y me siga” (Lc. 9,23).

En este año en que celebraremos como Iglesia de Córdoba la Beatificación de José Gabriel del Rosario Brochero, le pedimos al Señor que asociemos a su Pasión, la vida de nuestro Venerable Cura, marcada también con la cruz.

Acompañamos al Señor meditando el CAMINO DE LA CRUZ... Y el Cura Brochero, marcado con Ella

- Por la Señal de la Santa Cruz…
- Repetimos: “Señor, ayúdanos a estar dispuestos a seguirte en tu doloroso camino de la cruz”


PRIMERA ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Condenado Él, para que nosotros no seamos condenados.  En Cristo Redentor el Padre te mira y nos absuelve. Quiere amar en nosotros lo que ama en su Hijo.  «Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna» (Jn. 3,16).

  Identificado con Cristo en la Pasión, el Cura Brochero siguió los pasos del Señor. Sufrió juicios injustos, como lo expresa en sus cartas: «A los muchos... que, innumerables veces, me han increpado porque me juntaba y daba confianza a Señores, que eran tan escandalosos y pecadores, yo les contestaba: porque a pesar de sus pecados y escándalos me ayudan en mis benéficas empresas»...» y no los iba a correr con la Cruz y el agua bendita» (Carta: 2-2-1907).

Oramos    
   Respondemos: “Señor,  ayúdanos a comprometernos!”
* Para que con nuestra vida de fe produzcamos cambios importantes, en la familia, en la sociedad y  en todos los lugares donde nos desempeñamos.  Oramos…
* Para superar desigualdades. Oramos…
* Para crecer en el diálogo, la comunicación. Oramos…
* Para que permitamos la participación a nuestros hermanos alejados, en nuestras comunidades. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús carga con su Cruz
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  En la Cruz fuimos salvados. Por una Cruz fuimos reconciliados. Y también, hermanos, todos nuestros días están marcados por la Cruz. Nuestros trabajos, para que tengan valor redentor, nuestros pecados para ser perdonados. Esa espina en la carne, ese ángel de Satanás que nos abofetea, la humillación de no ser como Dios te quiere: es tu Cruz. Pero, como San Pablo, debemos decir, «Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia».

  Al Cura Brochero se le propuso la voluntad del Padre. Fue elegido para servir. Dijo su «Sí». Para estar entre «los gozos y esperanzas» de su pueblo. Para llevarles a todos la Salvación en la Palabra, en los sacramentos, en el testimonio. Así pudo escribir «Doy gracias al Señor porque me eligió» Y el Cura Brochero abrazó la cruz. Y supo llevarla con fortaleza y alegría.
           
  Dejó la Ciudad de Córdoba, en donde tenía un trabajo más tranquilo, y aceptó el nombramiento de Párroco en una región lejana, en Traslasierras, con distancias enormes; y, «en lo moral, una selva».

Oramos
  Respondemos: “Señor,  enséñanos a amar como tú!”
* Porque crece la intolerancia y la discriminación. Oramos…
* Porque vemos niños, mujeres, hombres sumidos en la desesperanza. Oramos…
* Porque es dolorosa la indiferencia y la mentira en nuestras autoridades. Oramos…
* Porque en nuestros ambientes intelectuales, políticos y culturales aumenta el relativismo y la ausencia de Dios. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


TERCERA ESTACIÓN
La primera caída de Jesús
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por Santa Cruz  redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Por nuestras caídas en el pecado. Nuestras repetidas caídas. Todas juntas sobre Cristo, caído. «Hecho pecado» por nuestros pecados. Olvidados de Dios, perezosos para acercarnos a Él, perdiendo la vida en pavadas, orgullosos de nuestros pecados. O, sin fuerzas, para decir: «Me levantaré y volveré a la casa de mi Padre» (Lc. 15,18)

  El Cura Brochero, en diversos momentos de su vida, sintió el peso del trabajo, la fatiga de los viajes, el rigor del frío de las sierras y el calor en los llanos, los ojos que no ven, las manos que no pueden tomar la hostia en la Misa, «el dolor al arrodillarse y más al levantarse» (Carta: 28-10-1913),pero él nunca se quejó, más aún, dio gracias a Dios porque en los años de Párroco gozó del uso de todos los sentidos. Cuando se siente caído, se va a otras provincias a predicar a «esos pobres que me recibirán muy bien», o devuelta de Nono, lo esperan en San Lorenzo para sacramentar a un enfermo. Y dice al hombre que lo busca: «Tomo un caldito y salimos». En sus cartas, ungidas de amor  a sus pobres, lo vemos siempre actuar con fortaleza, con entrega total.

Oramos
  Respondemos: “Señor,  danos tu fortaleza!”
* Para reconocer con humildad nuestras faltas de amor al prójimo necesitado de ayuda material, de aceptación y compañía. Oramos…
* Para perdonarnos entre nosotros, especialmente en nuestra familia, y hacerlo con alegría. Oramos…
* Para levantarnos de nuestras innumerables caídas en el pecado. Oramos…
* Para aceptar a los demás tal como son, con sus virtudes y defectos, para construir la comunidad parroquial, Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


CUARTA ESTACIÓN
Jesús se encuentra con su Madre
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Jesús con su Madre. También María es nuestra madre. Él nos la dio. De su mano encontraremos a Cristo Redentor. Ella camina con nosotros. Ella nos mostrará el fruto bendito: Cristo Redentor. Ella nos enseña el camino más corto y fácil para llegar a su Hijo. Ella puede hacernos, cada vez más, hijo en el Hijo.

  El Cura Brochero sintió siempre la presencia y el amparo de la Virgen. A Ella recurría en los graves problemas. La encontró cerca de él. Dulzura en la soledad, alivio en esos dolores del corazón, que el seguramente sintió, cuando joven y en la heroica ancianidad. Brochero la vio con él. Desde la primera misa en la capilla de Nuestra Señora de Loreto, en el seminario y en la Universidad, que llevaba el patronazgo de la «Inmaculada Concepción», a quien los alumnos nombraban: «La Purísima». Así escribirá: «Lo espero en Dios y en la Virgen Purísima» (Carta: 5-6-1893). Ya ciego y muy solo, celebrará diariamente la Misa de la Virgen, en su piecita y rezará el Rosario «por los hombres pasados, presentes y los que han de venir en el porvenir» (Carta: 28-10-1913).

Oramos
  Respondemos: “Señor, quédate siempre en nuestras familias!”
* Por las familias donde los padres están ausentes porque trabajan muchas horas. Oramos…
* Por los signos de incomunicación, desintegración y violencia.  Oramos …
* Por los niños que crecen en familias con profundos conflictos y no conocen la alegría y la protección.  Oramos…
* Por los jóvenes desorientados ante la falta de modelos a seguir, y crecen en la desesperanza de un futuro incierto. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


QUINTA ESTACIÓN
El cireneo ayuda a Jesús
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Alguien es obligado a llevar la Cruz, para que Cristo no muera en el camino. Una persona tuvo asco de llevar la Cruz manchada de sangre. Hermano: ¿tenemos vergüenza de ser cristianos?  ¿Vergüenza de haber sido marcado con la Cruz del Señor, en el Bautismo, en la Confirmación? ¿Tenemos vergüenza de que la cruz de la absolución te perdone los pecados?
 
  La Cruz... por ella nos vino la redención! Por tu Santa Cruz, redimiste al mundo!
      
  El Cura Brochero cargó la Cruz de Cristo, ayudando a sus feligreses en sus necesidades espirituales y materiales. Como San Pablo, él podía decir: «¿Quién llora, que yo no llore?» (cfr.1Cor. 9,22).Y tomó sobre si la solicitud de toda la Parroquia y los problemas de todo Traslasierras. Siempre aparece como el Cireneo, cargando la cruz de todos. Brochero, en sus cartas, como sacerdote del Señor, canta el gozo y la misericordia de haber sido elegido, para ayudar a llevar la cruz. Y así fueron sus años. Marcados con un indecible amor agradecido y señalados por la cruz y la entrega. En una de sus Cartas, escribe: «Pido a Dios me saque de este planeta o confesando o predicando el Evangelio» (Carta: 2-2-1907).

Oramos
  Respondemos: “Señor, que ayudemos siempre al hermano”
* Si tiene  necesidad de pan y de vestido. Oramos…
* Si está desorientado y sin oportunidades para crecer. Oremos…
* Si es anciano y está solo. Oramos…
* Si lleva la carga de la enfermedad. Oramos…
* Si lo vemos deprimido, desesperanzado y no tiene fe. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)
             

SEXTA ESTACIÓN
Una buena mujer limpia el rostro de Jesús
Te adoramos Cristo y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz  redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Hermanos, somos imágenes de Cristo, configurados por Cristo por el Bautismo y la Confirmación. ¿Qué se ha hecho en nosotros ese rostro de Cristo? ¿Es el rostro en que se mira el Padre? ¿O está nuestra identidad cristiana, desfigurada por el pecado, por criterios mundanos? Hermanos, dejemos que Cristo grabe, de nuevo, su imagen en nuestra persona por la absolución sacramental. Deja que el Padre mire y ame en nosotros el Rostro bendito de su Hijo.

  El Cura Brochero se hizo cargo del dolor de todos sus hermanos. No había distancias, ni calor o frío, que le impidieran servir a los enfermos, aún con peligro de su propia vida. Y en todos los años de su ministerio, supo limpiar de pecados y vicios el rostro de sus amigos (como él los llamaba) para que en ellos brillara de nuevo el «Rostro de Cristo». Siguió el ejemplo de Jesús. Fue buen pastor. No esperaba que le vinieran a pedir, él iba en busca de la necesidad y de los necesitados, y les procuraba todo lo que estuviera en sus manos. Como sacerdote de Cristo, estuvo al servicio de todos. En especial de los más carentes de todo: los pobres, los enfermos, los encarcelados. Se hizo todo para todos, lleno de bondad y de alegría, llevándoles la paz de Dios. Así les devolvía el «Rostro de Cristo».

Oramos
  Respondemos: “Que hagamos brillar tu rostro en nuestros hermanos”
* Porque queremos aclarar malentendidos sin ser violentos. Oramos...
* Porque queremos proponer nuestra fe en lugar de imponerla. Oramos…
* Porque queremos valorar a nuestros hermanos, sin subestimarlos. Oramos…
* Porque necesitamos vivir el amor, sacrificado y fiel, entre quienes nos rodean, en la familia y en la parroquia.  Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz  redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Hermano: caídos y  atados a nuestros pecados. Como si ya hubiese acabado el camino. Como si ya todo hubiese terminado. No. Todo comienza a cada momento. Como a Lázaro muerto, Cristo nos grita: «¡Ven afuera!...Desátenlo para que pueda caminar» (Jn. 11,43).

  Hay momentos en los que sentimos vivamente las limitaciones de nuestra condición humana: el cansancio, el agobio suelen abrumarnos, y necesitamos detenernos. Todos tenemos conciencia de muchas carencias y necesidades imprescindibles para vivir dignamente. Sí, en nuestra vida conviven fragilidad y fortaleza, limitaciones y capacidades, búsquedas y hallazgos.

  También en la vida del Cura Brochero, la cruz se fue haciendo cada vez más pesada. Se vio privado de la vista, del tacto y con dolores muy agudos. Sintió el fracaso de su ilusión del tren que cruzaría el inmenso Valle. Lo hirió la actitud de los amigos que lo abandonaron. Pero él quiso ser fuerte y brioso como «el caballo Chesche que murió galopando». Así lo afirma en la carta escrita tres meses antes de su muerte (28-10-1913).Para él, el más grande premio era morir luchando por Cristo, en el ejercicio fiel del ministerio encomendado, como párroco.

Oramos
  Respondemos: “Ayúdanos a levantarnos de nuestras caídas!”
* Cuando llegue el cansancio y el peso de nuestras obligaciones en la familia, en el trabajo y en la parroquia.  Oramos…
* Cuando fracasen nuestros proyectos porque no asumimos con franqueza las limitaciones personales. Oramos…
* Cuando el exceso de actividades nos impidan reunirnos en la oración comunitaria que nos alienta a profundizar nuestra Fe. Oramos…
* Cuando la tentación de aislarnos nos aleje de la comunidad. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave Marí  y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


OCTAVA ESTACIÓN
Jesús consuela a  las mujeres que lloran por Él.
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  «No lloren por mí, lloren más bien por ustedes y por sus hijos» (Lc. 23,28).  Dejen que esa sangre corra hasta que regenere a todos los hombres.  Matrimonio destruidos, hijos muertos antes de nacer, infidelidades, ruptura con Dios.  Pidan perdón. Hay gracia para todos en Cristo Jesús.

  El Cura Brochero siempre tuvo gestos y palabras de consuelo y aliento para todos los que sufrían. Para eso recibió la Ordenación Sacerdotal y una misión. Él lo dice en sus Cartas: «...Yo bien comprendo que la carrera eclesiástica se toma, para trabajar en bien de los prójimos hasta él último [momento] de la vida, batallando con los enemigos del alma como los leones, que pelean echados cuando parados no pueden hacer la defensa» (Carta: 19- 11-1889). El venerable Cura nunca se rebeló contra la voluntad de Dios, sino más bien, se asoció a los sufrimientos de Jesucristo. La gente de mal vivir, bandoleros y perseguidos por la justicia, fueron también preocupación constante del Cura. En el corazón sacerdotal de Brochero cabían todos y en él encontraban paz, perdón, consuelo y fortaleza.

Oramos
  Respondemos: “Señor, danos tu consuelo!”
* Cuando sufrimos vivamente las limitaciones de nuestra condición humana. Oramos…
* Cuando sentimos que no es respetada nuestra dignidad de hombres y ciudadanos argentinos. Oramos….
* Cuando el dolor de la enfermedad nos quita la alegría de vivir. Oramos…
* Cuando lloramos a un ser querido que parte a la Casa del Padre. Oramos…
* Cuando sufrimos el fracaso de nuestros proyectos personales, familiares y comunitarios y perdemos la confianza. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Es la Cruz de la reconciliación. Por Cristo, podemos volver a la amistad del Padre. Dios está en Cristo reconciliando al mundo por su Sangre. Digamos a Dios: «Levántame, recíbeme en tus brazos, porque Jesús va muriendo para reconciliarme con Vos».

  Brochero sintió el cansancio. Pero siempre estaba pronto para salir a ayudar al prójimo: en los Ejercicios Espirituales, en las escuelas, en traer el agua por los chiflones para la plaza y Casa de Ejercicios, para la comunidad de las Hermanas Esclavas y las alumnas. No se podía esperar a los gobiernos. Había que hacerlo todo. Sin prisa y sin pausa. Nunca se cansó. Pasó haciendo el bien. Se tiró al río crecido para sacramentar a un enfermo. Fue al Tucumán a misionar en los ingenios y poblaciones. En la Penitenciaría, en Córdoba, los presos eran para él según decía: «Sus hijos espirituales». Recorrió cientos de kilómetros para salvar a Guayama, a quien el Cura llamaba: «Manso cordero y buen amigo» («El Cura Brochero: cartas y sermones».- Conferencia Episcopal Argentina, Nº 431).

Oramos
  Respondemos: “Señor, danos tu perdón!”
* Porque no amamos de verdad a nuestros hermanos. Oramos …
* Porque nos dejamos llevar por las apariencias y prejuzgamos.  Oramos...
* Porque nos dejamos llevar por la sensualidad. Oramos…
* Porque nos rebelamos ante el dolor de la enfermedad y la muerte. Oramos …
* Porque malgastamos el tiempo y los esfuerzos. Oramos…
* Porque muchas veces nos falta la fe.  Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


DÉCIMA ESTACIÓN
Se reparten los vestidos de Jesús
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Todo se va aprontando para la Crucifixión. Desnudo. Al quitarle sus ropas, se abren las heridas de los azotes. La sangre de Cristo cae sobre todos los hombres, sangre de Redención, de fecundidad, de esperanza. Cae sobre nosotros que aún estamos cerrados al amor de Dios. Que caminamos en la venganza, en el rencor, en la indiferencia.

  El Cura Brochero lo dio todo. Fue pobre, pudiendo ser muy rico. Fue un ardiente evangelizador, de los pobres. Se dio todo a todos. Su tiempo, sus fuerzas físicas y morales. Su sabiduría. «Aquí estoy para todos, siempre que yo haga falta». De vuelta a Villa del Tránsito (hoy, Villa Cura Brochero), para morir, le escribe a su Hermana Aurora: «Pídale a las hermanas lo necesario para decir Misa en la piecita. Y busquen unos pesos para darle a los pobres, que con seguridad vendrán para que los surta» (Carta: 13-11-1911). No le quedó nada: lo dio todo.

Oramos
  Respondemos: “Señor, abre nuestros corazones y nuestras mentes!”
* Para ayudar materialmente hasta que nos duela, al hermano, pobre, necesitado, desconocido. Oramos...
* Para respetar a quienes no piensan como nosotros y viven situaciones de vida contrarias al Evangelio. Oramos…
* Para ser respetuosos con los hermanos de otra religión o que no creen en Ti.  Oramos…
* Para comprometernos con el trabajo, con la sociedad, con la Patria, cuando se nos exija salir de nuestras propias seguridades. Oramos…
* Para dar testimonio de nuestra fe.
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es clavado en la Cruz
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Sangre de sus manos y pies. Esa sangre entra misteriosamente en el corazón de todos los que hemos acompañado en este día a Jesús. Esa sangre se vuelca sobre todos los que sufren  y esperan. Sobre los que padecen soledad y no saben nombrarlo a Cristo. Sobre todos los hombres se derramó esa sangre, la sangre de Jesús llamando a una Vida Nueva.

  El Cura Brochero, también ahora, está clavado en su cama, entregando su alma al Señor. Él, que fue el hombre siempre de acción. El hombre de todos los senderos. Amando. Sirviendo. Ya están clavados, sus pies siempre prontos a partir. Con urgencia de estar en todo, con todos, en su irrenunciable donación misionera. «Ahora me encomiendo a la Misericordia de Dios. Los papeles ya están rotos y de boca nadie cobra» (cfr. Summ. 64;36;86). Ni así descansa. Reza por los hombres pasados, presentes y los que vendrán en las generaciones futuras. El corazón, libre, abraza a sus serranos. «He podido pispar – dirá Brochero – que viviré siempre en el corazón de los serranos, puesto que la vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos» (Carta: 8- 11-1905).

Oramos
  Respondemos: “Señor, que te reconozcamos en los hermanos”
* En el que sufre la discriminación y la exclusión social. Oramos…
* En el que es insultado, violado, agredido y atropellado en su dignidad. Oramos,
* En el que ofende nuestra vocación de cristiano. Oramos…
* En los que no tienen fe y niegan a Dios con sus palabras y sus obras. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


DÉCIMO SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús nos entrega su vida por amor
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Muere en la cruz para comenzar un Mundo Nuevo en el amor. Este mundo nuestro, este que nos toca vivir, esta historia nuestra, dolorosa y sufriente; pero tan llena de Esperanza. Ayúdanos a construirla en el amor. En la fecundidad cristiana del amor.

  José Gabriel del Rosario Brochero, como Jesús está dando su última lección. Él, como sacerdote, hizo bajar la Palabra al corazón y la vivió en la fecundidad de la contemplación, en la alegría del amor compartido, en el surco abierto y la semilla que muere, en la Palabra proclamada, en la Palabra que salva, en la Palabra que se hace carne. Brochero, en especial en sus últimos años, llegó a una muy profunda contemplación. Ya ciego, se hacía leer la Palabra para meditarla y después predicarla. Tuvo el don de entregar a Cristo en su Palabra, como predicador y catequista, y no solo tuvo la gracia de transmitir la palabra, sino también de hacerla viva y operante. Esta es la lección final, entregado a la voluntad del Padre. Va a dar el «Paso»: es su Pascua. Va al encuentro del Señor, de la Virgen y de todos los que llegaron a Dios gracias a su misión pastoral cumplida.

Oramos
  Respondemos: “Señor, ayúdanos a asumir la muerte!”
* Cuando acompañamos a nuestros enfermos terminales.  Oramos…
* Cuando llevamos consuelo a las familias que han vivido la muerte cercana de un ser querido. Oramos…
* Cuando llamas a tu Reino a nuestros seres más queridos. Oramos…
* Cuando por la enfermedad y la cercanía de la muerte flaqueamos en la Fe. Oramos…
* Cuando el dolor no nos deja ver, que gracias a tu muerte renace la vida. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN
La Virgen vela en sus brazos el cuerpo de Jesús
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Su Hijo, muerto en sus brazos. María, Virgen del Dolor, de la soledad y la Esperanza. Entregándolo al Padre, por la salvación de todos, en su Iglesia. Quedó sola esa tarde, pero esa soledad es Máxima Presencia, es Esperanza. La soledad de María significa Encuentro con el Padre, reconciliación y perdón entre los hermanos. Con María, la que esperó cuando todos vacilaban, nosotros seguiremos caminando, de su mano, en este tiempo difícil.

  Allí está «la Piedad». Manifestación de la ternura maternal de Dios. Ella, para abrir los ojos ciegos de Brochero, eternamente despiertos en la Luz. La Virgen, a quien solamente el Cura Brochero se confiaba con corazón de hijo. Ella, que le fue enseñando, poco a poco, lo que significa la elección de Dios solo, a aquellos que lo han elegido a Él, como única herencia. Ella, que ayudó a Brochero a tomar decisiones: en su Ordenación, en la construcción de la Capilla de Ambul. Ella que hizo que su sacerdocio, no importara los años, fuera siempre joven, con fortaleza heroica.

Oramos
  Respondemos: “Madre, ayúdanos a construir el Reino de tu Hijo”
* Porque queremos profundizar la Palabra de tu hijo que nos ilumina, que nos ayuda a madurar en la Fe, a nivel personal y comunitario. Oremos…
* Porque no queremos decaer en el entusiasmo de salir y descubrirnos hermanos. Oremos…
* Porque necesitamos ser responsables para ayudar a nuestras familias, a nuestras comunidades, a nuestra sociedad. Oremos…
* Porque queremos ver tu imagen valiente en todas las mujeres, madres, solas, marginadas, excluidas. Oremos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos
  “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)


DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN
Entierran a Jesús
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  Una «tumba nueva»; como jamás se había visto. Una tumba, que en vez de sepultar una muerte, engendra una vida. Esperanza guardada y contenida en esa tumba, por tantos que se durmieron deseando descansar en Paz. Todo allí huele a bálsamo; a ese buen olor de Cristo que está por estallar en la plenitud del vivir. La muerte va cediendo lugar a la vida. La noche va pasando. Y en la tumba nueva, la mañana del domingo ya se avecina.

  A lo largo de su camino de la Cruz, siguiendo al Maestro, el Cura Brochero aprendió a ser un hombre de Dios para su pueblo. Un sacerdote, pastor entregado a Dios y por eso supo comprender a sus hermanos. Un Párroco, lleno de caridad pastoral, en el trabajo perseverante por la salvación y promoción de sus amigos. Su entrega fue total. Identificado con Cristo en la Pasión. En espera y esperanza de la Resurrección y de su glorificación en la Iglesia. Porque la Iglesia, Pueblo de Dios, se goza en la santidad de sus miembros.

Oramos
  Respondemos: “Señor, que sepamos morir para dar vida.”
* Morir a nuestras propias dolencias, para ayudar al hermano que está solo, desamparado, triste y enfermo. Oremos…
* Morir al individualismo, para encontrarnos y crecer en comunidad.  Oremos…
* Morir al egoísmo para ser tolerantes, respetuosos, comunicativos y participativos. Oremos…
* Porque con Fe, como el grano de trigo, debemos morir para dar vida. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Cantamos 
   “¡Piedad, Señor pecamos contra Ti!”  (Salmo 51)

                 
DÉCIMO QUINTA ESTACIÓN
Jesús resucitó y vive entre la gente solidaria
 
Te adoramos Cristo, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Reflexionamos
  “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10)

  Dice el Papa en su Carta Apostólica “Porta Fidei” La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio de los creyentes: los cristianos están llamados a hacer resplandecer la Palabra que el Señor Jesús nos dejó. La «Fe que actúa por el amor» se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre.

Oramos
  Respondemos: “Señor, que vivamos la Fe que actúa por el amor”
* Porque cuando compartimos y  dialogamos, crecemos en comunidad. Oramos…
* Porque cuando nos das esperanza, podemos construir nuevas familias, nuevas comunidades, una nueva sociedad. Oramos…
* Porque cuando nos das la fuerza necesaria para seguirte, somos capaces de amar de verdad, sin distinciones ni exclusiones.  Oramos…
* Porque cuando amamos en la familia, podemos esperar que surjan vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras y laicales para dedicar sus vidas a la construcción de tu Reino. Oramos…
   Padre Nuestro, Ave María y Gloria.


Reflexionamos con el Cura Brochero

Es verdad que Nuestro Señor Jesucristo  nos muestra el estandarte de la cruz, bajo el cual debemos militar, pero juntamente nos avisa que en la cruz, está nuestra salud y nuestra vida; que en la cruz está la defensa de nuestros enemigos, y la gracia de las consolaciones celestiales; que en la cruz se halla la fortaleza del corazón, el gozo del espíritu, la perfección de las virtudes y la esperanza de la bienaventuranza eterna...

Escojo antes padecer contigo, que gozar con el mundo. Alistarme entre tus más valientes soldados, y armarme con el escudo poderoso de vuestra gracia, para alcanzar la victoria no sólo de mis enemigos, sino de mí mismo y reinar contigo en la gloria.

(De la Plática «De Dos Banderas» predicada por José Gabriel del Rosario Brochero Ejercicios Espirituales de San Ignacio Nº 136 ss)

Oración Final
       
Señor Jesús, tú nos has permitido recorrer junto a la Virgen María, nuestra Madre, los misterios de tu Pasión para que te acompañemos también en tu Resurrección, queremos caminar contigo por los nuevos caminos del amor para comprometernos con los hermanos, en nuestras familias, en nuestra Patria y en tu Iglesia, como Tú nos has enseñado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Fuente: Arzobispado de Córdoba

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