Mensaje del Arzobispo de Córdoba para la Cuaresma 2015

“PONER EL CORAZÓN EN DIOS, 
Y PONERSE LA PATRIA AL HOMBRO”

El próximo miércoles de cenizas -18 de febrero- comenzaremos el tiempo litúrgico de la Cuaresma, que nos prepara para la celebración del Misterio Pascual de Jesús. Este tiempo es como un “gran retiro espiritual” de toda la Iglesia.

Lo decisivo en la Cuaresma es disponernos a un renovado encuentro con el Señor Jesús “que está a la puerta y llama” para que le abramos (cf. Apoc. 3,20). La iniciativa es siempre del Señor, Él siempre se nos anticipa, “nos primerea”, como dice el Papa Francisco. Pero espera, al mismo tiempo, nuestra respuesta comprometida y generosa. La Cuaresma es una ocasión privilegiada para renovar nuestra Alianza personal con Dios.

Esto supone, a su vez, una revisión sincera de nuestras motivaciones, actitudes y acciones, para verificar en qué medida son coherentes con lo que el Señor nos propone en su Evangelio. Bajo el impulso del Espíritu de Dios, la conversión de nuestras malas costumbres es, en consecuencia, una tarea primordial de la Cuaresma.

La Cuaresma es tiempo de gracia para ejercitarnos en la transformación de nuestro modo de proceder; un tiempo especial de entrenamiento espiritual para reformar nuestras vidas de acuerdo con el mensaje de Jesús, nuestro Salvador.

El lema pastoral del año pasado nos proponía “mirarnos como hermanos”, es decir, en Jesús y desde Él queremos tener esa actitud en el seno de nuestra comunidad eclesial, para proyectarnos desde ella a todos, cultivando la fraternidad.

Este año estamos invitados a intensificar esta actitud, redescubriendo y reafirmando la dignidad de toda persona, dando un paso más: “Con Jesús nos cuidamos como hermanos”, esto es, se trata de cuidar al prójimo que es siempre un hermano que Dios pone en mi camino. No es un cuidarnos autorreferencial para encerrarnos desentendiéndonos de lo que sucede a nuestro alrededor. Al contrario, se trata de un cuidar al otro, para salir y ofrecer nuestra mano fraterna capaz de ocuparse de los demás y de sus necesidades, a fin de socorrerlas según lo que cada uno de nosotros pueda hacer por el bien del que nos necesita.

En nuestras familias, en nuestras comunidades eclesiales, entre nuestros vecinos, hay un sinnúmero de actitudes y de gestos fraternales que es necesario continuar haciendo. Pero también podemos descubrir nuevas necesidades y encarar acciones que salgan al encuentro del otro, poniendo en juego la “nueva imaginación de la caridad” de la que nos hablaba el papa san Juan Pablo II.

Creo que en el seno de nuestras comunidades parroquiales, la labor del Consejo Pastoral y del Consejo de asuntos económicos, pueden ser muy importantes a la hora de reconocer las carencias que reclaman nuestra ayuda fraternal, e imaginar así acciones que puedan aliviarlas o solucionarlas. Quizá no se trata de “grandes cosas”, sino de cosas hechas con cariño, empeño, generosidad y constancia.

Además, este año 2015 estará marcado por una serie de elecciones municipales, provinciales y nacionales. En sucesivas oportunidades seremos convocados a expresar quiénes queremos que nos gobiernen. Deberemos hacerlo con verdadera responsabilidad ciudadana y será también un modo de ejercitar el “cuidarnos como hermanos”, vale decir, cuidar la Patria, cuidar la República y nuestro sistema democrático.

Como comunidad eclesial, queremos preguntarles a los candidatos cuál es su mirada sobre la realidad a la cual aspirar servir y transformar. Cuáles son, según su parecer, las fortalezas que conviene potenciar y cuáles son las fragilidades que es necesario corregir y superar. Quisiéramos preguntarles cuál será su abordaje de los problemas más sentidos por la sociedad: el cuidado de la vida, la pobreza estructural, la inseguridad, el flagelo de la droga, la violencia social y familiar, el desafío de la educación de nuestro niños y jóvenes, tanto la de gestión estatal como la de gestión privada. Quisiéramos preguntarles, sobre todo, cuáles son sus planes concretos, sus propuestas superadoras. Nos parece indispensable que los candidatos se dispongan a dejarse interpelar por la ciudadanía y que, con claridad presenten sus planes para llevarlos adelante. En definitiva, a los miembros de la comunidad eclesial, queremos invitarlos a exigirles a los candidatos a que claramente presenten sus proyectos, que los expliquen debidamente y nos hagan conocer a todos los ciudadanos cómo piensan llevarlos a cabo.

A la exigencia anterior debe corresponder, de nuestra parte, el compromiso de analizar todo esto, en orden a poder elegir responsablemente los proyectos y las personas más idóneas para promover el bien de toda la sociedad y de cada uno de los ciudadanos.

Creo que un derecho ciudadano que no hemos ejercido suficientemente, es el de pedir cuenta de cómo han llevado adelante lo que los gobernantes nos habían propuesto y a lo que se habían comprometido. Quizá por un exagerado sentido de timidez o dejadez de los ciudadanos, quizá también porque a veces nos hemos encontrado con actitudes suficientes y poco dispuestas a la autocrítica por parte de quienes debían darnos explicaciones transparentes. De todas maneras, se trata de algo que debemos realizar con paciencia y con respeto, para hacer crecer las instituciones democráticas de nuestra patria y afianzar el sistema republicano.

Para ejercer este derecho, es bueno recordar que no todo el que discrepa o piensa distinto es un “enemigo”, y mucho menos se trata de tildarlo de “destituyente”, puesto que la democracia supone el libre intercambio y discusión de opiniones en un clima de respeto, dejando de lado todo tipo de violencia verbal o física.

Frente a esta responsabilidad civil que todos debemos asumir, quisiera invitar a las comunidades que integran nuestra Arquidiócesis, a que se realicen encuentros de oración y de reflexión en torno al derecho-deber de asumir nuestras obligaciones ciudadanas, “poniéndonos la Patria al hombro”, como alguna vez dijera el entonces Arzobispo de Buenos Aires, hoy nuestro Papa Francisco.

Deseándoles una fructífera Cuaresma en la gracia de Dios, llena de buenos propósitos y buenas obras, los saludo muy cordialmente encomendándome a sus oraciones y prometiéndoles un recuerdo en las mías.

En Jesús y María Santísima.

+ Carlos José Ñáñez
Arzobispo de Córdoba
Córdoba, 16 de febrero de 2015

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