La Iglesia de Córdoba, consciente de la importancia que
tienen para el futuro del país los comicios que tendrán lugar en el presente
año, se dirige a todos los hombres de buena voluntad, particularmente a los
cristianos, a fin de instarlos a participar con responsabilidad y total
libertad, en la gestión de la cosa pública.
La realidad actual nos exige, hoy más que nunca, cuidar
la Patria. Esta tarea nos compete a todos, de nosotros depende el presente y el
futuro de la Nación, y por ende, el de nuestros hijos.
¿Por qué necesitamos cuidar la Patria? Simplemente,
porque nuestra sociedad es casa de todos, y además porque está enferma,
invadida por el desánimo, la tristeza, la impotencia, entre otras actitudes
negativas. ¿Qué es lo que impide que las instituciones de nuestra república
funcionen efectivamente? ¿Por qué toleramos la corrupción, que degrada las
instituciones y mata a las personas? ¿Qué explica nuestra falta de apego al
cumplimiento de la ley? ¿Por qué hicimos de la violación a las normas uno de
nuestros rasgos culturales, con las nefastas consecuencias que esto tiene para
la convivencia? ¿Dónde quedó nuestra aspiración al logro del bien común y la
búsqueda de la verdad? ¿Por qué no valoramos el esfuerzo y el trabajo? ¿Qué se
hizo de nuestra vocación por la excelencia?
Frente a una realidad que nos agobia, la Iglesia hace un
llamado a recuperar la esperanza y la confianza en nuestras reservas morales,
nos exhorta a cuidar la Patria, a fortalecer las instituciones republicanas, a
recuperar la calidad institucional, que es el camino más seguro para lograr la
inclusión y la paz social.
Para cuidar la Patria necesitamos cambiar nuestras
conductas, asumir seriamente nuestra condición de ciudadanos y actuar como
tales. El ciudadano no es un mero habitante del país, ni un súbdito, ni un
suplicante de los favores del Estado o del gobierno de turno. Es un sujeto de
derechos, pero también de obligaciones. Tenemos derecho a exigir al Estado que
garantice el bienestar general, que esté al servicio del bien común y no de
intereses sectoriales. Pero estamos obligados, al mismo tiempo, a cumplir con
responsabilidad nuestras obligaciones.
Ejercer la ciudadanía de manera recta y plena exige
decisión y valentía. Un buen ciudadano es aquel que usa su libertad con
responsabilidad; respeta las reglas vigentes (pagar los impuestos, cumplir con
las normas de tránsito, cuidar el patrimonio público, etc.); excluye la
solución violenta de los conflictos; es capaz de dialogar; asume las
consecuencias de sus acciones; valora y acepta la autoridad; puede ponerse en
el lugar de quien no tiene sus mismas convicciones; cuida el medio ambiente; se
preocupa por la relación con los demás.
Una conducta ciudadana es incompatible con el
individualismo, la indiferencia política (que se puede manifestar de múltiples
formas), la intolerancia ideológica, la falta de conciencia comunitaria, el
conformismo, las conductas corruptas, entre otras cosas.
El buen ciudadano, para emitir su voto de manera
consciente y responsable, se preocupa de estar informado sobre las propuestas
electorales. Exige que los candidatos expliciten claramente los proyectos y
programas concretos que piensan poner en marcha si son elegidos. Tiene en
cuenta, además, las cualidades morales de quienes aspiran a ejercer la función
pública y el grado de idoneidad que poseen para ello.
En síntesis, cuidar la Patria exige de cada uno de
nosotros la capacidad de actuar cívica y responsablemente, consustanciarnos con
valores como la justicia, la libertad, la responsabilidad, la legalidad, el
respeto mutuo, la participación, el trabajo -fuente de la dignidad del hombre y
forma legítima para proveer a la propia subsistencia-, combatir las conductas
corruptas, no sólo la de los funcionarios. Todos somos responsables de crear
las condiciones para que estos principios y valores se hagan realidad. También lo
es controlar la transparencia en la gestión del gobierno y exigir a los
funcionarios públicos que rindan debida cuenta de sus actos.
Cuidar la Patria nos exige, en definitiva, producir una
verdadera revolución ética, formar nuevos dirigentes, forjados en el apego a la
verdad y el aprecio y ejercicio constante de los valores sociales. Necesitamos
construir una democracia no sólo formal, sino real y participativa .
PASTORAL SOCIAL ARQUIDIOCESANA.
IGLESIA CATÓLICA EN CÓRDOBA.
Córdoba, 23 de febrero de 2015
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