VATICANO, 16 Ene. 13 / 10:29 am (ACI/EWTN Noticias).-
En su habitual catequesis de los miércoles, el Papa
Benedicto XVI señaló que el deseo de conocer realmente a Dios está en todos los
hombres, incluso en aquellos que se dicen ateos.
Ante miles de fieles presentes en el Aula Pablo VI en el
Vaticano y en su catequesis dedicada a la Revelación del Señor, el Santo Padre
señaló que "el deseo de conocer a Dios realmente, es decir, de ver el
rostro de Dios, está en todos los hombres, incluso en los ateos. Y nosotros
tenemos este deseo consciente de ver quién es, qué es, qué es para nosotros.
Pero este deseo se realiza siguiendo a Cristo".
Benedicto XVI resaltó que "es importante que sigamos
a Cristo pero no sólo cuando lo necesitamos y cuando encontramos un espacio de
tiempo, entre los miles quehaceres de cada día, sino con nuestra vida. Toda
nuestra existencia debe estar orientada al encuentro con Él, al amor hacia Él y
en ella, el amor al prójimo debe tener asimismo un lugar central".
"Ese amor que, a la luz del Crucificado, nos hace
reconocer el rostro de Jesús en el pobre, en el débil y en el que sufre. Ello
es posible sólo si el verdadero rostro de Jesús se nos ha vuelto familiar, en
la escucha de su Palabra –en el diálogo interior con su Palabra para que lo
podamos encontrar a Él verdaderamente– y naturalmente en el Misterio de la
Eucaristía".
El Papa resaltó que "en el Evangelio de San Lucas es
significativo el pasaje de los dos discípulos de Emaús, que reconocieron a
Jesús al partir el pan. Pero preparados por el camino, preparados por la
invitación que le hacen para que se quede con ellos, preparados por el diálogo
que hizo arder sus corazones. Así ven al final a Jesús".
Benedicto XVI se refirió también a la Revelación de Dios
en el Antiguo Testamento en donde el Señor, "después de la creación, a
pesar del pecado original y de la arrogancia del hombre de querer ponerse en el
lugar de su Creador, vuelve a ofrecer la posibilidad de su amistad, sobre todo
a través de la alianza con Abraham y el camino de un pueblo pequeño, el de
Israel, que Él elige, no criterios de poder terrenal, sino simplemente por
amor".
"Es una elección que sigue siendo un misterio y
revela el estilo de actuar de Dios, que llama a algunos, no para excluir a los
demás, sino para que sirvan de puente con el fin de conducir hacia Él. Elección
siempre para el otro. En la historia del pueblo de Israel, podemos volver a
recorrer las etapas de un largo camino, en el que Dios se deja conocer, se
revela, entra en la historia con palabras y con acciones".
En Cristo, recuerda el Papa, "Dios visita realmente
a su pueblo, visita a la humanidad de una manera que va más allá de todas las
expectativas: envía a su Hijo Unigénito, Dios mismo se hace hombre. Jesús no
nos dice algo acerca de Dios, no habla simplemente del Padre –sino que es
Revelación de Dios, porque es Dios– nos revela el rostro de Dios".
"Dios está sin duda por encima de todo, pero se
dirige hacia nosotros, nos escucha, nos ve, habla, establece alianza, es capaz
de amar. La historia de la salvación es la historia de Dios con la humanidad y
la historia de esta relación de Dios, que se revela progresivamente al hombre,
que se hace conocer a sí mismo, su rostro".
El Santo Padre afirmó que "el esplendor del rostro
divino es la fuente de la vida, es lo que permite ver la realidad; la luz de su
rostro es la guía de la vida. En el Antiguo Testamento hay una figura a la que
está enlazado de forma muy especial el tema del ‘rostro’ de Dios. Se trata de
Moisés, aquel al que Dios elige para liberar al pueblo de la esclavitud de
Egipto, donarle la Ley de la alianza y guiarlo a la Tierra prometida".
Tras describir que entre Moisés y Dios hay un diálogo
cara a cara, en el que paradójicamente no se puede ver el rostro del Señor, el
Papa explica que en esta vida la visión es limitada: "al final, a Dios
sólo se le puede seguir, viendo sus hombros. Los Padres dicen esto: tú sólo
puedes ver mi espalda, significa que tú sólo puedes seguir a Cristo y
siguiéndole ves desde detrás el misterio de Dios. Dios se puede seguir viendo
su espalda".
"Algo completamente nuevo sucede, sin embargo, con
la Encarnación. La búsqueda del rostro de Dios recibe un cambio radical
increíble, porque ahora se puede ver este rostro: el de Jesús, el Hijo de Dios
que se hace hombre".
El Papa subrayó asimismo que "Jesús, verdadero Dios
y verdadero hombre, no es uno más de los mediadores entre Dios y el hombre,
sino ‘el mediador’ de la nueva y eterna alianza ‘un sólo, de hecho, es Dios
–dice Pablo– y un solo uno el mediador entre Dios y los hombres, el hombre
Cristo Jesús’. En él podemos ver y conocer al Padre; en Él podemos invocar a
Dios como ‘Abba, Padre’ en Él nos vienen dada la salvación".
Para concluir, el Santo Padre explicó que la Eucaristía,
"preparada por una vida en diálogo con Jesús, (es) la gran escuela en la
que aprendemos a ver el rostro de Dios, entramos en relación íntima con Él; y
aprendemos al mismo tiempo a dirigir la mirada hacia el momento final de la
historia, cuando Él nos saciará con la luz de su rostro. En la tierra caminamos
hacia esta plenitud, en la espera gozosa que se cumpla el Reino de Dios".
Para leer la catequesis completa hacer clic acá.
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