Muchas veces pienso en las palabras del Papa Juan Pablo II que señalan que el gran desafío del tercer milenio es “hacer de la Iglesia casa y escuela de comunión”. La eclesiología de comunión es uno de los grandes ejes del Concilio Vaticano II que Juan Pablo invitaba a releer, estudiar e interiorizar desde su primer mensaje hasta su testamento.
Siempre he creído que no es posible la comunión sin la comunicación, y esta requiere de muchos espacios, de muchos medios, e incluso del silencio. Implementar este blog es abrir una instancia más, es sembrar una semilla que incentive al encuentro personal y personalizante con Jesús y con los hermanos.
La propuesta es técnicamente humilde, pero esperanzadamente grande. Así como Jesús encontró algunos de sus discípulos arreglando las redes, que la sede parroquial pueda ser lugar de encuentro, comunidad de comunidades en la que integremos su historia y sus peculiaridades, con los carismas laicales y religiosos de todos los bautizados que peregrinamos en esta zona de nuestra Iglesia particular, y nos sumemos así a la Nueva Evangelización, como hermanos y ciudadanos comprometidos con todos, especialmente con los pobres débiles y sufrientes.
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