En la celebración eucarística de este domingo 11 de
junio, desde la Parroquia Santísima Trinidad, el Arzobispo de Córdoba Mons.
Carlos Ñáñez, acompañado de sus Obispos Auxiliares, Mons. Pedro Torres y Mons.
Ricardo Seiruti, invitó a “pedir al Señor por la paz social y a comprometernos
todos con ella”.
“Renovamos nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Un Dios compasivo y misericordioso, lleno de bondad. Es un misterio la
Santísima Trinidad, y ante Él estamos invitados a adorar, a cantar la grandeza
de su bondad. Es un misterio que desborda la razón, y no está contra ella. Es
un misterio de Amor, y en este marco estamos invitados a realizar la colecta de
Caritas.”
“Celebrar la Santísima Trinidad es reconocer la presencia
de un Dios que está con nosotros, y en nosotros, habita en cada corazón. Y esta
presencia nos anima a vivir en paz, como nos recuerda el Apóstol San Pablo en
la carta a los Corintios”
“En nuestra realidad hoy en Córdoba nos afectan y nos
duelen situaciones de violencia, que se traducen, entre otras cosas, en
actitudes de desprecio de la vida humana. Especialmente en los recientes
episodios de femicidio, que son como el colmo de esa violencia. Una violencia
que comienza siendo verbal, que luego se transforma en sicológica, que finalmente
desemboca en lo físico, con consecuencias trágicas e irreparables.
Una violencia que en el ámbito social a veces tienen
origen en imprudencias verbales de algunos dirigentes, que no miden
suficientemente las consecuencias imprevisibles que sus dichos pueden
desencadenar. Esa imprudencia comporta una seria responsabilidad por parte de
quienes se expresan de esa manera, sobre todo teniendo en cuenta que son
referentes de distintos sectores, y que tienen un protagonismo en la sociedad.
Una violencia que afecta la institucionalidad de la
sociedad cuando no se respetan ni acatan las normas y leyes que rigen las
instituciones y la sociedad, como en el conflicto del transporte urbano que
estamos atravesando; o cuando algún funcionario, también recientemente, emite
con ligereza opiniones que afectan al estado de derecho vigente o incluso,
lesionan el orden democrático que nos rige, y que queremos que nos rija.
Lo que hemos perdido y sufrido en nuestra patria en otros
momentos de la historia, más o menos reciente, nos debe impulsar a no transitar
nuevamente caminos que se han mostrado, a todas luces, infecundos y estériles.
La Patria es un don de Dios confiado a nuestra libertad,
todos somos responsables de construir su grandeza, que incluye el bienestar de
todos los ciudadanos. Y somos responsables también de evitar el fracaso, la
frustración en la búsqueda y en la consecución de esa grandeza.
Por eso, junto con mis Obispos Auxiliares, Padre Pedro y
Padre Ricardo, quiero invitar a la comunidad católica, y a los creyentes de
otras tradiciones religiosas, que encomendemos en nuestra oración los destinos
de nuestra Córdoba, y de la Patria, para que todas las dificultades y
conflictos que nos aquejan, se resuelvan pacíficamente y a través del diálogo,
que es el modo adecuado de resolver los diferendos, y que implica, por parte de
todos, la grandeza de alma de escuchar a los demás, y de aceptar las soluciones
posibles, renunciando a puntos de vista o intereses sectoriales o personales, a
favor del bien común de toda la sociedad.
Quiero invitar especialmente a la comunidad católica a
que pongamos estas intenciones en manos de la Patrona de nuestra Patria,
Nuestra Señora de Luján, para que ella la encomiende a su Hijo, Señor de la
Historia, y nos abra caminos de solución, de convivencia en armonía y en paz.”
- Texto oficial del Arzobispado de Córdoba. Foto: Felipe
- Texto oficial del Arzobispado de Córdoba. Foto: Felipe
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