En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro
y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se
puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un
demonio muy malo». Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le
acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando». Él les contestó:
«Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel». Ella los alcanzó y
se postró ante Él, y le pidió de rodillas: «Señor, socórreme». Él le contestó:
«No está bien echar a los perros el pan de los hijos». Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de
la mesa de los amos». Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se
cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija. (Mt 15,21-28)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario.