Francisco nació en Umbría, en 1181 o 1182. Ciertamente no existe ningún santo que sea tan popular como él entre los cristianos y aún entre los protestantes y los no cristianos. San Francisco cautivó la imaginación de sus contemporáneos, presentándoles la pobreza, la castidad y la obediencia. Y con su sencillez ha cautivado a nuestro tiempo tan complicado. Pero los rasgos idílicos, relacionados con su nombre -su matrimonio con la pobreza, su amor por los pajarillos, la liebre acosada, el halcón, el jilguero de la cueva, su pasión por la naturaleza- todos esos rasgos no son, por así decirlo, más que chispazos de un alma que vivía sumergida en lo sobrenatural, que se nutría en el dogma cristiano y que se había entregado enteramente a Cristo crucificado.
Buscando un lugar donde establecerse, ayudó en la reconstrucción de la iglesia de San Damián. Emprendió un trabajo semejante en la iglesia de San Pedro. Después se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, que pertenecía a la abadía benedictina de Monte Subasio. El nombre de esta pequeña capilla aludía al hecho de que estaba construida en una reducida parcela de tierra. La Porciúncula se hallaba en una llanura, a unos 4 kilómetros de Asís. Se hallaba casi en ruinas. Francisco la reparó y fijó en ella su residencia.
Dios le había concedido el don de profecía y de milagros. Cuando pedía limosna para reparar la iglesia de San Damián decía: "Ayúdame a terminar esta iglesia, un día habrá ahí un convento de religiosas en cuyo nombre se glorificarán el Señor y la Iglesia universal". Esto se verificó cinco años más tarde en Santa Clara y sus religiosas.
En 1220 fue a Roma a presentar al Sumo Pontífice la aprobación de su regla. Inocencio III se mostró adverso al principio, ya que dudaba de que esa nueva forma de pobreza pudiese ser practicable. Finalmente, el mismo Papa la aprobó verbalmente, dando como misión a sus practicantes, predicar la penitencia. Murió el 3 de octubre de 1226, a los 45 años de edad.
La orden que fundó y sus tres ramas - la de los frailes menores, la de los frailes menores capuchinos y los conventuales- formaron el instituto religioso más numeroso. Según el historiador David Knowles, al fundar este instituto, San Francisco "contribuyó más que a nadie a salvar a la Iglesia del desorden en que había caído en la Edad Media.
Una biografía completa de San Francisco de Asís haciendo clic aquí.
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