La Iglesia Católica
celebra cada 21 de agosto, el Día del Catequista, en conmemoración del Papa Pío
X, Santo, quien tuvo actuación decisiva a favor de la catequesis e hizo posible
entre otras cosas que los niños se acerquen a los sacramentos a edad temprana.
Los catequistas no
están guiados sólo por su buena voluntad sino que tienen el mandato misionero
para mostrar a todos en nombre de la Iglesia “el rostro misericordioso de un
Dios que es siempre padre”.
El catequista se
reconoce en búsqueda, en camino; no se cree ni dueño de la verdad ni el
“maestro” que llega para esclarecer a los demás sino un instrumento que el
mismo Jesús, presente en la comunidad, envía, sostiene y da fuerza para superar
las oscuridades y dificultades. Es parte de la gran marcha de creyentes que han
recorrido y aún recorren la historia. Marcha que fue iniciada por el pueblo de
Israel y ha continuado en la Iglesia y, a través de ella, ha llegado hasta
nosotros.
Decálogo para el
Catequista
I. Cuidar mi vocación
de catequista con la oración y la formación permanente.
II. Estudiar y amar
la Palabra de Dios como fuente principal de la catequesis.
III. Crecer en el amor
a Cristo, a la Iglesia y a cada hermano.
IV. Desarrollar mi
vida espiritual con la vivencia de los sacramentos y la participación activa a
favor de la comunidad cristiana.
V. Dar testimonio de
Cristo en toda circunstancia.
VI. Trabajar en común
unión con los sacerdotes y mis hermanos en la fe.
VII. Preparar con
seriedad y creatividad todos los encuentros catequísticos.
VIII. Participar con
entusiasmo en los encuentros de formación, de oración y de programación de las
catequesis.
IX. Servir con humildad
y respeto, confiando más en la acción del Espíritu Santo que en mis méritos.
X. Revisar y
purificar mis motivaciones para evitar la rutina y la autosuficiencia.
¡Feliz día a todos los Catequistas de nuestra parroquia!
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