DOMINGO 19° DEL
TIEMPO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Lectura
del libro de la Sabiduría (Sab 18, 5-9)
Como
los egipcios habían resuelto hacer perecer a los hijos pequeños de los santos
–y de los niños expuestos al peligro, uno solo se salvó– para castigarlos, tú
les arrebataste un gran número de sus hijos y los hiciste perecer a todos
juntos en las aguas impetuosas. Aquella noche fue dada a conocer de antemano a
nuestros padres, para que, sabiendo con seguridad en qué juramentos habían
creído, se sintieran reconfortados. Tu pueblo esperaba, a la vez, la salvación
de los justos y la perdición de sus enemigos; porque con el castigo que
infligiste a nuestros adversarios, tú nos cubriste de gloria, llamándonos a ti.
Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y
establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían
igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los
cantos de los Padres.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal
32, 1. 12. 18-20. 22
R. ¡Feliz el pueblo
que el Señor se eligió como herencia!
Aclamen,
justos, al Señor:
es
propio de los buenos alabarlo.
¡Feliz
la nación cuyo Dios es el Señor,
el
pueblo que él se eligió como herencia! R.
Los
ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre
los que esperan en su misericordia,
para
librar sus vidas de la muerte
y
sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.
Nuestra
alma espera en el Señor:
Él
es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Señor,
que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme
a la esperanza que tenemos en ti. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la carta a los hebreos (Heb 11, 1-2. 8-12)
Hermanos:
La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las
realidades que no se ven. Por ella nuestros antepasados fueron considerados dignos
de aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios, partió hacia
el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber adonde iba. Por la fe, vivió
como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac
y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham esperaba aquella
ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por
la fe, Sara recibió el poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque
juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo hombre, y de un
hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las
estrellas del cielo e incontable como la arena que está a la orilla del mar.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
+
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (Lcm12, 32-48 )
Jesús
dijo a sus discípulos: “No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha
querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse
bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde
no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su
tesoro, tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y
con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su
señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices
los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro
que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a
servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y
los encuentra así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va
a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también
estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.
Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para
todos?”. El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien
el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo
en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentra
ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus
bienes. Pero si este servidor piensa: ‘Mi señor tardará en llegar’, y se dedica
a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a
emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y
le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la
voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que
él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se
hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio
mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho
más”.
Palabra del Señor.
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