La
Iglesia Católica celebra hoy la Devoción del Sagrado Corazón de Jesús,
propagada por Santa Margarita de Alacoque a quien el 16 de junio de 1675 el
Señor se le apareció y le mostró su corazón rodeado de llamas de amor, coronado
de espinas con una herida abierta de la cual brotaba sangre y en cuyo interior
salía una cruz.
La
devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la
Iglesia, desde que se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de
donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se
abrieron las puertas del Cielo. Esta fiesta se celebra el viernes posterior al
segundo domingo de Pentecostés.
He
aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos
los devotos de su Sagrado Corazón:
1.
Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2.
Pondré paz en sus familias.
3.
Les consolaré en sus penas.
4.
Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5.
Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6.
Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7.
Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la
misericordia.
8.
Las almas tibias se volverán fervorosas.
9.
Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10.
Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11.
Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi
Corazón, y jamás será borrado de Él.
12.
Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá
a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la
gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción
de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento
supremo.
Las
condiciones para ganar esta gracia son tres:
1.
Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma
consecutiva y sin ninguna interrupción.
2.
Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la
perseverancia final.
3.
Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas
cometidas contra el Santísimo Sacramento.
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