Los Obispos de Córdoba dirigieron una Carta al gobernador
electo Juan Schiaretti y a las autoridades municipales, provinciales y
nacionales electas. Les aseguraron acompañarlos con la oración, como también
afirmaron que en una sociedad cada vez más plural y compleja como es la de
Córdoba, la presencia pública de la Iglesia católica y sus pastores debe
regirse por los principios de autonomía y cooperación entre la Iglesia y el
Estado al servicio del bien común, especialmente de los más pobres y frágiles.
Sr. Gobernador electo de Córdoba
JUAN SCHIARETTI
y demás
autoridades
municipales, provinciales y nacionales electas,
ejecutivas y legislativas.
Estimados:
A pocos días de asumir el mandato dato por el voto
popular, los obispos de Córdoba queremos hacerles llegar nuestro saludo y
mejores deseos para la tarea que emprenden.
En este tiempo, hemos rezado intensamente por nuestro
país, el afianzamiento de nuestra democracia republicana y las nuevas
autoridades que habían de surgir del ejercicio del voto que expresa la
soberanía popular.
Queremos asegurarles que esta oración por ustedes y el
buen desempeño de su servicio al bien común no va a faltar en las comunidades
cristianas que presidimos.
En horas difíciles como en momentos más serenos, la
oración por la Patria y por Córdoba ha sido y es un deber ante Dios que
asumimos con entusiasmo y compromiso.
Las seis diócesis católicas de Córdoba están compuestas
de una vasta red de parroquias, colegios, personas e iniciativas
evangelizadoras y de promoción humana en las que vivimos con intensidad nuestra
doble condición de ciudadanos y discípulos de Jesús.
Somos conscientes que en una sociedad cada vez más plural
y compleja como es la de Córdoba, la presencia pública de la Iglesia católica y
sus pastores debe regirse por los principios de autonomía y cooperación entre
la Iglesia y el Estado al servicio del bien común, especialmente de los más
pobres y frágiles.
Nos alientan en este camino figuras de insignes
cordobeses: los beatos José Gabriel Brochero y Tránsito Cabanillas; el
venerable Fray Mamerto Esquiú y, más cercano en el tiempo, el obispo Enrique
Angelelli que iluminó con su testimonio hasta la muerte una de las horas más
oscuras de nuestro pasado reciente.
Ellos nos muestran la fuerza que tiene el humanismo
cristiano para animar una vigorosa vida ciudadana. Esta fuerza sigue hoy viva
en el corazón de tantos cordobeses que, cada día, emprenden sus tareas
cotidianas confiando en Dios y tratando de vivir los valores del Evangelio de
Jesús.
Rezamos por ustedes, pidiendo al Señor la sabiduría y la
prudencia que son necesarias al gobernante para el trabajo nunca acabado de
construir el mejor orden justo posible.
Que el Señor los bendiga y los proteja, los inspire e
ilumine, preservándolos de la tentación de la corrupción, y les dé la
recompensa prometida a quienes, olvidándose de sí mismos, han entregado la vida
por sus semejantes.
+ Carlos J. Ñáñez, arzobispo de Córdoba
+ Adolfo A. Uriona, obispo de Río Cuarto.
+ Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje
+ Sergio O. Buenanueva, obispo de San Francisco
+ Gustavo Zurbriggen, obispo prelado de Deán Funes
+ Samuel Jofré Giraudo, obispo de Villa María
+ Pedro J. Torres, obispo auxiliar de Córdoba
+ Ricardo O. Seirutti, obispo auxiliar electo de Córdoba
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