En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce
y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus
inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni
pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con sandalias y no
vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella
hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos
de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra
ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos
demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. (Mc
6,7-13)
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