En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Como Moisés
levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del
hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna. Porque tanto amó
Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no
perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree
en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído
en el Nombre del Hijo único de Dios.
»Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues
todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean
censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede
de manifiesto que sus obras están hechas según Dios». (Jn 3,14-21)
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