En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a
Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y
quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene
autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre
poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros
contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el
Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole
violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos
quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto?
¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus
inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en
toda la región de Galilea. (Mc 1,21-28)
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