En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios
al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca,
sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no
es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el
Nombre del Hijo único de Dios». (Jn 3,16-18)
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