El próximo 5 de marzo, miércoles de ceniza, dará comienzo
la Cuaresma. Se trata de un tiempo que nos prepara para la celebración del
misterio pascual de Jesús, su muerte y resurrección. La Palabra de Dios nos
dice que es “un momento favorable” en el que Dios nos escucha especialmente y
que es “un día de salvación” en el que el Señor nos socorre (cf. 2ª. lectura de
la Misa del miércoles de ceniza). ¡Animémonos a aprovechar este “momento
favorable”, este “día de salvación”!
En nuestra Arquidiócesis queremos vivir y trabajar este
año inspirados por el lema pastoral que nos propone “mirarnos como hermanos”.
El Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de la Paz de este año
proyecta su luz sobre este propósito nuestro. En efecto, nos dice el Papa
Francisco: “...la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un
ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver
y a tratar cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin
ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y
duradera”.
El Papa Francisco nos recuerda también el papel
importantísimo que desempeña la familia en el aprendizaje y en la experiencia
de la fraternidad: “... es necesario recordar que normalmente la fraternidad se
empieza a aprender en el seno de la familia, sobre todo gracias a las
responsabilidades complementarias de cada uno de sus miembros, en particular
del padre y de la madre. La familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso
es también el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por
vocación, debería contagiar al mundo con su amor”.
Esta enseñanza del Santo Padre nos marca un desafío para
nuestra Argentina surcada por tantos desencuentros y enfrentamientos y para
nuestra Córdoba, que a fines del año pasado vivió momentos dolorosos de ruptura
de la amistad social y de la fraternidad.
En nuestra oración, que debemos intensificar en los días
de cuaresma, tenemos que pedir confiadamente la gracia para estar a la altura
del desafío de construir y reconstruir los vínculos fraternales en nuestra
sociedad a partir de lo que intentamos vivir cada día en nuestras familias.
Por otra parte, en su Mensaje para la Cuaresma, el Papa
Francisco nos propone mirar a Jesús que se hizo pobre para enriquecernos con su
pobreza. Desde la contemplación del ejemplo del Señor estamos invitados a vivir
en la sobriedad, más aún, en una exigente austeridad que nos devuelva la
libertad interior frente a los insistentes reclamos de una mentalidad consumista
y materialista y que abra nuestros corazones a la solidaridad. En realidad, el
Santo Padre nos está invitando a poner por obra las otras dos actitudes que
caracterizan la Cuaresma junto a la oración, es decir, el ayuno y la limosna.
El ayuno entendido como sobriedad que sabe dejar de lado lo superfluo, como
austeridad que sabe a veces privarse incluso de lo necesario. Sobriedad y
austeridad entendidas no sólo como un esfuerzo de autodominio, sino ante todo
como respuesta a la invitación a seguir a Jesús, y también como estímulo para
la solidaridad. Ése es el sentido más hondo de la limosna, que no es una dádiva
humillante, sino un generoso y fraternal compartir los bienes.
Dos textos del Papa Francisco pueden todavía iluminarnos.
Dice en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz: “... hay una forma más de
promover la fraternidad... Es el desprendimiento de quien elige vivir estilos
de vida sobrios y esenciales, de quien compartiendo las propias riquezas,
consigue así experimentar la comunión fraterna con los otros”. Y en el Mensaje
para la Cuaresma nos recuerda: “La Cuaresma es un tiempo adecuado para
despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de
ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera
pobreza duele; no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial.
Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”.
Deseándoles para esta Cuaresma un encuentro hondo con el
Señor que “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” y que nos renueva y
enriquece con la gracia de la fraternidad, los saludo muy cordialmente
encomendándolos en mi oración y pidiéndoles que me acompañen con la suya.
Córdoba, 26 de febrero de 2014
+ Carlos José Ñáñez
Arzobispo de Córdoba
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario.