En aquel tiempo, Jesús vino de Galilea al Jordán donde
estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo
diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?».
Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda
justicia». Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto
se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma
y venía sobre Él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado,
en quien me complazco». (Mt 3,13-17)
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