En la segunda parte de este
año 2013 tomarse un tiempo para profundizar en
la fe el rostro ideal de la Iglesia de Córdoba.
Señor, muéstranos el rostro de tu pueblo
Proyecto Pastoral
Arquidiocesano - Rostro ideal
Como Iglesia que peregrina en
Córdoba nos encontramos en el inicio de una nueva etapa. Durante estos años, en
el marco de nuestras Líneas de Acción
Pastoral, hemos advertido la necesidad de elaborar juntos un plan pastoral
en el que todos se sientan incorporados, para responder adecuadamente al
desafío de la Nueva Evangelización.
La planificación pastoral
implica un diagnóstico inteligente y actualizado de nuestra realidad, tan
dinámica como compleja, el reconocimiento del rostro ideal y posible que el
Dios de la vida, el Dios trinitario, quiere para nuestra Iglesia de Córdoba, y
el discernimiento de las distintas etapas del camino futuro (cf. Al comenzar el
tercer milenio, 29).
Buscar el rostro-ideal del
pueblo de Dios que peregrina en Córdoba implica mirar lejos, pero mirar con el
corazón. Es la respuesta de cada uno y de cada comunidad a aquella invitación: “Oigo en mi corazón: busquen mi rostro”
(cf. Sal 27,8). El rostro de nuestra Iglesia local es una gracia que no
inventamos; se trata de un don recibido de Dios que pedimos reconocer y amar:
¡Cuántos rasgos de este rostro se delinearon a lo largo de nuestra rica
historia diocesana, escrita y vivida por testigos de la fe a menudo
desconocidos! Se trata también de un don de Dios al cual debemos abrirnos en la
esperanza: Por eso te pedimos, Señor, muéstranos el rostro de tu pueblo.
El rostro de tu pueblo peregrino en Córdoba
En las Jornadas Pastorales
2003 iniciamos el proceso de elaboración sistemática del rostro (ideal) de
Iglesia local que deseamos, podemos y decidimos ser y vivir, para encarar el
desafío de la Nueva Evangelización. En la gracia del Espíritu, queremos
comprometernos con los rasgos más significativos que logramos identificar,
agradeciéndolos al Señor como expresión de su amor por esta Iglesia local. (*)
1.- Señor, has suscitado en nosotros el
deseo
de ser un pueblo que viva según tu Espíritu:
contemplativo,
eucarístico, mariano y misionero.
Por eso elegimos vivir a partir de la
Palabra y la Eucaristía,
en camino de misión, y acompañados por
María,
mujer modelada por la Palabra, madre y
primera discípula.
Espiritualidad significa la vida del Espíritu obrando en el corazón,
que por la Encarnación y la Pascua del Hijo de Dios, nos sitúa con esperanza en
la realidad de todos los días. María,
desde su fidelidad esperanzada, está especialmente presente en la vida de
muchos cristianos de la Iglesia en Córdoba.
Según lo afirmamos en una de
las Líneas de Acción Pastoral, el camino de la santidad personal y comunitaria
implica nutrirse de la Palabra de Dios, el cultivo de la vida sacramental, el
arte de la oración, el compromiso con nuestro tiempo, y la permanente
iniciativa misionera.
La acción misionera, en diálogo enriquecedor con otras Comunidades
cristianas y religiones, es un reflejo de nuestra madurez bautismal.
2.- Señor, has suscitado en nosotros el
deseo de ser una Iglesia abierta y libre.
Por eso, elegimos madurar en el
discernimiento comunitario,
en la apertura a los signos de los tiempos,
y en la disponibilidad para dejarnos sorprender
por tu Espíritu Santo.
El discernimiento de la voluntad de Dios en cada situación es un
proceso personal y comunitario, profundamente liberador.
Ser católicos es ser
universalmente abiertos, sin excluir
ni discriminar a nadie; es todo lo contrario al elitismo y al individualismo.
Disponibilidad implica capacidad de adaptación, personal e
institucional, ante los posibles cambios; también creatividad para recorrer
nuevos caminos, si fuere necesario.
Libertad de toda atadura y poder humano para anunciar la integridad
del Evangelio con mansedumbre y respeto.
3.- Señor, has suscitado en nosotros el
deseo de ser
una comunidad diocesana profética y discípula.
Por eso, elegimos anunciar y dar testimonio
de tu Reino y su justicia,
con la humildad de aquellos que todavía
tienen mucho que aprender.
En un mundo pluralista y con
cambios vertiginosos, la Iglesia es
madre, maestra y discípula. Por eso, como lo expresa una de las Líneas de
Acción Pastoral, nuestra necesidad de formación
integral es permanente.
El servicio de la Iglesia a nuestro mundo es su testimonio profético.
Por tanto, la comunidad cristiana tendrá que: interpretar evangélicamente los
desafíos de la realidad, comprometerse en la defensa de los derechos humanos y
la justicia, testimoniar el valor de la
vida.
4.- Señor, has suscitado en nosotros el
deseo de caminar juntos,
con criterios pastorales comunes y animados
por la espiritualidad de comunión.
Por eso, elegimos integrar orgánicamente
la
variedad de dones, carismas y ministerios,
promoviendo con diligencia y perseverancia
todas las vocaciones en el seno de nuestras familias.
Según lo reconocemos en otra
de nuestras Líneas de Acción
diocesanas, la espiritualidad de la
comunión, fundada en la común vocación bautismal de la Iglesia, implica una
modalidad pastoral inclusiva de las
legítimas diversidades, capaz de recrear los espacios eclesiales para hacerlos
acogedores, activos para ser un fermento de comunión y reconciliación en la
sociedad.
En las familias, santuario de
la vida, aprendemos a convivir y a
descubrir el amor. En el
acompañamiento pastoral a cada una de ellas la Iglesia promueve, discierne y
acompaña las distintas vocaciones.
5.- Señor, has suscitado en nosotros el deseo
de amar las culturas de estas
tierras,
lugar providencial de nuestra experiencia
de fe.
Por eso, en comunión con las demás Iglesias
locales,
elegimos comprometernos con las diversas
expresiones culturales,
especialmente con los jóvenes, riqueza distintiva de la realidad cordobesa.
Una evangelización inculturada implica reconocer y
discernir los valores expresados en las diversas culturas que están presentes
en nuestra Córdoba, para llegar evangélicamente hasta el último rincón de
nuestro territorio, a todos sus ambientes.
Asimismo, implica estrechar
lazos con otras iglesias locales
colindantes “para que el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las
comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores
evangélicos en la sociedad y la cultura” (NMI 29)
6.- Señor, has suscitado en nosotros el
deseo de ser un pueblo samaritano
en la que brille, por sobre todo, la caridad y la solidaridad.
Por eso, elegimos asumir la opción de
Jesús,
su amor preferencial por los pobres, los
débiles y enfermos.
Para Jesucristo no existen los
“marginales”, aquellos situados al margen del amor de Dios, y mucho menos los
“excluidos”. Si se elige el Evangelio no es optativo el amor a los pobres. Tal
como lo sugiere una de nuestras Líneas de
Acción Pastoral, esta preferencia es inclusiva
e integradora; es hacernos prójimos de cada ser humano.
7.- Señor, has suscitado en nosotros el
deseo
de ser una Iglesia que sepa pedir perdón, toda vez que sea
necesario,
y
hacer memoria agradecida de lo que ha
recibido.
Por eso, elegimos reconciliarnos, asumiendo
nuestros errores del pasado
para repararlos, y recordar con gratitud la
extraordinaria obra de santidad
que has sembrado en nuestra tierra de
Córdoba.
La memoria, bíblicamente, incluye el recuerdo; más aún, es presencia
actualizada de la gracia de aquello que se evoca. Gracia y tarea será, por
tanto, la reconciliación que sana y supera las viejas y recientes heridas, y anticipa la plenitud de una historia que
aún no ha llegado a su final.
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(*) Las formulaciones
centrales reflejan el discernimiento teológico-pastoral, fruto de diversas
etapas en la elaboración del proyecto. Por su parte, los textos explicativos
presentan el sentido de algunas expresiones y son el marco de comprensión de
las ideas fuerza.
Fuente: Arzobispado de Córdoba
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